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BELLA MARIÉ. Autor: Lissette Van der Biest


Con sus manitas blancas y arrugadas, le acarició la frente y con ternura colocó un mechón de pelo opaco y gris que se había salido del orden perfecto de sus cabellos y lo puso detrás de su oreja, para que nada empañara la belleza del rostro de su “bella Mariè”, como siempre la llamó, desde que las caderas le median apenas setenta y nueve centímetros y recién la naturaleza le mostraba, que se había convertido en una mujer.

Cuidó de su mal humor cuando las cosas no salían como ella quería o cuando se le pegaba la avena en la cacerola o cuando un barro visitaba su rostro.

Sus mañanas las llenó de besos con los que la hizo madre y luego abuela y en los que él, le entregaba su vida entera, porque se sabía afortunado, por ser quien la arropara con su cuerpo cuando ella tenía frío y ser el único que de sus chistes malos reía.

La bella Mariè, posaba de nuevo, pero esta vez, en su cama, sobre suaves sábanas blancas de miles de hilos de algodón árabe, acurrucada por mullidos cojines lilas y un delicado olor a lavanda y vainilla, rodeándola toda.

Así se despidió de esta vida, de la noche y de su Antón, quien con amor y devoción, volvió a colocarle el mechón de pelo que se salió de su lugar, después que, con un abrazo y un último beso se entregó junto a ella, a la eternidad.

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